espejo roto donde me multiplico,
mediana y pequeña sombra,
Locura de entre mis dedos,
sonido de mi respiración.
Hay una luz atada,
los barrotes de la ventana gimen,
un pájaro habla de un vuelo que nunca hizo.
Sobre la pared blanca,
tú... desnuda,
tú... flotando,
tú, tú, tú...
abandonándome en los brazos,
de las baldosas negras.
Corren los alfiles,
¡No sé jugar al ajedrez!
La reina ha muerto,
y en la pared blanca,
lloran las estrellas dibujadas,
por otra locura que no es mía.
En la puerta amanecen los tréboles azules,
con tu nombre desnudo,
sin palabras,
sin sonidos.
Yo sé que eres tú,
tú... abrazándome,
tú... sobre las olas de una nube,
robada al mar de la furia,
tú... Tú... Tú... abandonándome,
mientras el océano solloza,
en la celda contigua.
mabel escribano
d.r.
imagen: Google
e
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